Landmannalaugar & Ikea · Dos senderos míticos

Artículo realizado por Fran Rubia, publicado en el nº3 de la revista.


© Fran Rubia (todas las imágenes)

Lo que me llevo a crear el artículo fue que uno de los senderos que hice en Islandia superó las once horas de caminata a través de aquellos parajes y, al llegar a casa una semana más tarde, me desplacé a Málaga para comprar en Ikea. Cuando llegué a casa en Almería, resultó que había invertido más horas entre desplazamientos y ruta por la tienda que en Islandia, que ya es decir, y de ahí nació la idea para acompañar el reportaje visual de un texto llevadero sin ninguna pretensión especial, salvo provocar alguna sonrisa cuando más.

Landmannalaugar, cuyo significado es “baños de la gente”, está en las Highlands o tierras altas de Islandia, por su desnivel respecto al mar. Puesto que están más bien centradas en la isla pero más cercanas al sur, pertenecen a la Fjallaback Nature Reserve y desde que vi las primeras imágenes de allí, siempre fue para mí un lugar único y diferente, como de otro planeta y eso es mucho decir cuando toda la isla parece de otra galaxia.

Ikea, de origen sueco (también nórdico), posiblemente sea el sendero más conocido por todo el mundo en general y si no, que me expliquen cómo puede estar replicado en los cinco continentes; no hay ciudad que se precie que no tenga un Ikea y, además, calcado metro a metro. Si has visto uno en una ciudad cualquiera puedes repetirlo en las antípodas con los ojos cerrados y eso es una prueba irrefutable de su fama internacional.

Lo primero que te impresiona de “Landma” (abreviaremos así Landmannalaugar de aquí en adelante) es el enclave donde está situado. El punto de partida es un camping entre un río y una pared de lava vertical solidificada, de unos treinta metros, cortada a cuchillo. Allí, imponente y amenazadora frente a nosotros, se alza semejante espectáculo con la conciencia de que las fuerzas interiores de la tierra siguen latentes bajo nuestros pies, demostrándolo con la existencia de vapores volcánicos de fumarolas en fisuras por doquier y al lado, Bláhnúkur, un volcán de casi mil metros de altitud con algunos de sus flancos de un azul, amarillo y rojo casi inconcebible en la naturaleza.

Ikea tampoco se queda atrás; su fachada debe tener la misma altura y verticalidad, aunque no parece infundir miedo salvo por la amenaza que pueda suponer ver caer en picado nuestra cuenta bancaria mientras recorremos sus múltiples recovecos. Esto, en cualquier caso, lo hacemos por motu proprio.

Landma sólo puede ser visitado en verano, puesto que el invierno no deja allí un atisbo de vida, creando prácticamente un bloque de hielo y nieve casi inexpugnable, pero incluso en el estío, las inclemencias meteorológicas pueden complicarnos muy mucho el paseo, con temporales árticos y rachas de viento considerables; lluvia, granizo, nevadas sorpresivas e incluso nieblas persistentes te podrían desorientar en el camino ya de por sí duro por los desniveles propios del territorio y, en el caso de los fotógrafos, con la mochila y el trípode, con un peso considerado en la mayoría de los casos.

He de reconocer que esos factores si están controlados en el trekking de Ikea, donde los desniveles se salvan con escaleras eléctricas -todo un prodigio, dicho sea de paso-, las temperaturas son estables todo el año y en todo el recorrido, e incluso es visitable en invierno en manga corta y por supuesto olvídate de una pertinaz lluvia fortuita salvo un escape del aire acondicionado; jamás te nevará allí, ni una ligera brisa te desmelenará el pelo y tu concentración será máxima en la adquisición de todo lo que te quieran vender.

Visitar Landma en verano tiene un añadido fascinante: en las horas supuestamente nocturnas, el resplandor en el horizonte es continuo, puesto que el sol de medianoche propio de esas latitudes te permitirá disfrutar del recorrido con atardeceres eternos, enlazando con amaneceres épicos con luces idílicas, brillantes, ocres, como pintadas por el pincel de un pintor renacentista. Las famosas luces de Dios, filtradas a través de las nubes e impactando sobre las montañas de riolita de incalculables colores y tonalidades son uno de los espectáculos más indescriptibles en esos territorios jalonados de neveros continuos. Pura fantasía.

Para los profanos en Landma, Ikea tampoco se queda atrás en cuestión de luces: el recorrido de su sendero es un continuo ir y venir de derroche en iluminación, perfectamente dispuestas para que no te pierdas un solo detalle (tonos fríos y tonos cálidos). Además y aunque no procedan del sol, fuente gratuita eterna, esas luces disponen de un consumo “low cost” llamadas leds y para más inri también recrean a la perfección la sensación de sol de medianoche puesto que no notarás en absoluto la transición día-noche.

La señalización de los recorridos en Landma es exquisita, marcando con colores los diferentes senderos para así no desorientarte en días de espesa niebla, lluvia, viento o nieve, ya que ésta última podría hacer desaparecer los indicadores de dirección y de sentido e incluso te permite cambiar de sendero en las tangencias entre ellos, abriéndote nuevas ventanas a paisajes que harán que te plantees si estás despierto o si vives un sueño del que no desearás despertar.

Sin embargo, si algo caracteriza el trekking de Ikea, son precisamente sus señalizaciones, sin margen para el error. Jamás podrás perderte, aún adrede, como mucho dentro de un armario o debajo de una cama, no más. Una magnífica f1echa de sentido único, bien marcada en el suelo, que no borrará la nieve ni desdibujará la lluvia, con diferentes direcciones pero con un sólo propósito: abocarte a las cajas registradoras antes de salir.

Las imágenes de este artículo proceden todas de las Highlands islandesas en el viaje que realicé en el verano de 2019. Como veis, no he considerado necesario ni oportuno incluir ninguna de Ikea puesto que ellos ya tienen un catálogo completísimo a disposición gratuita de todos los senderistas, difícil de superar y que encima renuevan cada año con los nuevos paisajes que se crean al alcance de la mano (bolsillo & cartera)

Autor: Fran Rubia