Entrevista a Paul Wakefield

Entrevista realizada por Federico García Maroto, publicada en el nº6 de la revista.


Antes de nada, Paul, nos gustaría agradecer tu amable respuesta para colaborar en nuestra publicación, más aún en estos días difíciles en que el COVID ha cambiado nuestras vidas.

¿Puedes contarnos cómo te iniciaste en el mundo de la fotografía, y si hubo algún “instante decisivo” que te empujase definitivamente en esa dirección?

En primer lugar, gracias por invitarme en esta entrevista para vuestra excelente revista, es un privilegio.

Nací y me crié en Hong Kong, y mi padre era un entusiasta fotógrafo familiar. Siempre tenía el último artilugio. Recuerdo su GaMi16 – una especie de cámara espía – A menudo encontrábamos intrigantes componentes de su equipo por toda la casa. Un día, cuando tenía unos 12 años, tomé prestada su Zeiss Contaflex para fotografiar un grupo de monos Macaco que vivían en los alrededores y, cuando recibí la caja de diapositivas Kodachrome reveladas, resultó que no había ni un solo mono, salvo en una de ellas creo recordar. Por eso, en la siguiente ocasión lo intenté con sujetos más sencillos – los pájaros enjaulados del Jardín Botánico. Por supuesto, las fotografías eran terribles. No había recibido enseñanza alguna sobre fotografía.

Esto espoleó mi interés, y así pasaron algunos años durante los que asistía al colegio en UK, viendo en la biblioteca las fotografías de revistas como Life, Look o National Geographic, y así, lentamente, el proceso de composición permeó en mi psique. Vivía las imágenes entrando en ellas, posiblemente más para evadirme que para estudiarlas, y creo que se podría decir que aprendí mirando aquellos trabajos que habían tenido éxito, y tratando de imaginar cómo se hicieron esas fotografías. Este es un proceso habitual, pero yo entonces no lo sabía. Durante ese período no hacía fotografías, no tenía ninguna cámara. Por tanto, se podría decir que mi instante decisivo fue largo y discurrió a través de varios años.

La naturaleza ha estado siempre muy presente, tanto en tu trabajo comercial como en el personal ¿De dónde procede esa conexión con la naturaleza?

Mi padre era también muy aficionado a la naturaleza, y mi hermano gemelo y yo heredamos eso de él. Éramos observadores de pájaros entusiastas desde una edad muy temprana. También coleccionábamos mariposas, algo que desde luego no haría ahora. Él nos enseñó la pesca con mosca, una actividad que aún practicamos los dos; por tanto, el amor por la naturaleza era algo que todos teníamos en común. También hacíamos largas excursiones en Hong Kong, y creo que de ahí surgió probablemente mi gusto por el paisaje. Todas esas experiencias están conectadas – una lleva a la otra y también en sentido contrario. Odiaba el aula, me gustaba estar al aire libre.

Dado el éxito de tu carrera parece que fue una buena elección, pero ¿por qué decidiste enfocar tu carrera profesional en la fotografía comercial?

En el colegio me interesaban materias como la biología y la geografía, por lo que pensé en convertirme en biólogo marino (mi hermano y yo habíamos aprendido submarinismo en HK). Pero, en lugar de seguir ese camino, cambié de opinión y me apunté a la Escuela de Arte; fue algo que sentí que era lo adecuado para mí. Hice primero un curso básico general, y luego otro curso de tres años sobre fotografía. Durante mi último año me trasladé a Londres y allí recibí encargos editoriales para hacer portadas de libros. Usaba los estudios y el equipo de la Escuela para hacer las fotografías, compaginando los estudios y el trabajo. De ahí que, cuando terminé los estudios, pude considerarme a mí mismo como fotógrafo. Siempre fue importante para mí ganarme la vida con algo que me gustase hacer. Rápidamente pasé a trabajar para compañías discográficas y grupos de diseño; retos mayores, más interesantes, y ¡mejor pagados! Después de unos años, me sentí listo para dar el siguiente paso e intentar trabajar en publicidad. Más difícil, más arriesgado pero, de nuevo, más desafiante y mejor pagado. Sobre 1981 conocí a un gran Director de Arte llamado Alan Waldie. Le mostré mi portfolio con portadas de discos, trabajo de estudio, etc. No dijo absolutamente nada, podría decirse que no le interesó. Llevaba también, al final, algunas diapositivas 4×5 de paisaje que había realizado por propio placer. Las miró cuidadosamente y me dijo que debía dejar todo mi trabajo anterior a un lado, buscarme un agente, y así conseguiría trabajo. Me mostró una campaña que había hecho para la Oficina de Turismo en India, y seguí su consejo. Desde entonces trabajé con él en muchas campañas.

¿Qué diferencias existen, en cuanto a la forma en que abordas la fotografía, entre tu trabajo personal y el profesional, y qué tienen éstos en común?

El trabajo de encargo se refiere a menudo a una petición muy concreta, pero es estupendo cuando te permite flexibilidad en cuanto a la forma de llevarlo a cabo. Implica mucha investigación, trabajar con buscadores de localizaciones, compañías de producción, asistentes, especialistas en todo tipo de áreas, desde fabricantes de modelos o manipuladores de animales hasta creadores de efectos especiales (niebla, lluvia, nieve), etc. Puede llegar a ser una producción bastante grande, y es siempre un esfuerzo de equipo. Yo me apoyo en esas habilidades y me gusta que la gente que escojo para cada puesto tenga y asuma su responsabilidad. A veces la cosa no siempre funciona de esa manera, pero esa es la base. Una planificación cuidadosa en exteriores puede a menudo irse al traste, dados los imponderables impuestos por las condiciones meteorológicas, particularmente cuando se usa luz natural; es por tanto esencial tener planes alternativos para ser capaces de cambiar de enfoque rápidamente, y hacerlo de forma creativa. Esto es lo habitual, y también eso hace el trabajo más excitante. Volver sin las imágenes no es una opción.
Por el contrario, mi trabajo personal lo hago completamente solo, sin asistente, sin compañía, en un espacio libre sin ninguna distracción. Hago algo de investigación por adelantado, principalmente usando mapas. Si no hago ninguna fotografía, no importa, la elección es mía, no rindo cuentas a nadie. Intento no mirar el trabajo de otros fotógrafos sobre el paisaje que quiero visitar, no quiero tener el punto de vista de otros.
Lo que tienen en común ambas actividades es una profunda atención al detalle – el ojo es el mismo –. En las dos disciplinas, la concentración sobre lo que hay frente a mí lo es todo, pero también mis antenas deben estar sintonizadas ante cualquier incidencia casual desconocida. Las casualidades son muy importantes ¡Como lo es la suerte!

¿Qué es lo que te motiva para salir a hacer fotografías dentro de tus proyectos personales?

Principalmente mi estado mental, el estado de ánimo. Solía estar muy irritable si pasaba mucho tiempo sin llevar a cabo mi trabajo personal, sobre todo cuando tenía mucha carga de trabajo comercial. Necesitaba hacer los dos. Sin embargo, ahora me encuentro mucho más relajado al respecto.

Sabemos que algunos pintores románticos, como Caspar David Friedrich, han influenciado tu visión fotográfica ¿Qué te atrae de su estilo, y cómo lo trasladas a la fotografía?

Suele decirse que tengo un estilo melancólico, pero para mí es algo completamente natural, y expresa mis sentimientos emocionales. Las imágenes representan momentos fugaces, algo fuera de alcance, algo imposible de capturar. Mi intención es reaccionar con honestidad a lo que creí ver inicialmente y me hizo detenerme en el camino. A veces se me escapa, a veces me equivoco en lo que creí ver. CDF es un pintor enormemente evocador, capaz de desnudarlo todo hasta su más profunda esencia. Desde luego me siento identificado en este aspecto, y pienso que es importante dejar abiertos los límites de las imágenes, anticipando y provocando una reflexión sobre aquello que existe más allá del marco de la fotografía. La información que se oculta es tan crucial como la que se incluye. Añade tensión. Amplía los límites de la imaginación.

Hablas a veces sobre la incertidumbre como un importante incentivo en tu trabajo personal; la incertidumbre de trabajar con película fotográfica, o en el proceso de búsqueda de sujetos, o de la luz adecuada. ¿Puedes contarnos algo más sobre esto?

Llevas razón en que me gusta utilizar película, es una cosa tangible, y yo intento también hacer imágenes tangibles. Aprendí a hacer una fotografía sólo si estaba seguro de ella. Por supuesto eso significa cometer muchos fallos en el camino, especialmente cuando comenzaba. Me gustaba el no saber si las imágenes que hacía eran buenas o no; aprendí a confiar en mí mismo. La película 4×5 es cara, y no hay nada como la amenaza del gasto inútil para mantener la concentración. La regla esencial es para mí situarse exactamente en el lugar correcto, sin desviarse un centímetro. Ahora, incluso cuando utilizo una cámara digital, sólo hago 1 o 2 capturas por imagen. Se trata de nuevo de la atención al detalle, no ya de una cuestión de gasto, sino de certeza. Pero todavía sigo cometiendo errores, es algo de lo que aprendo.

¿Significa ese gusto por la incertidumbre que no prestas demasiada atención a la planificación de la fotografía? ¿No buscas algo en particular cuando vuelves de nuevo a un lugar?

La planificación juega un papel esencial en el trabajo comercial para reducir las posibilidades de error; en ese caso tiendo a imaginar cómo se verá la imagen final, y por supuesto tengo un diseño previo. Sin embargo, en el trabajo personal no planifico nada salvo la logística que tiene que ver con el viaje, el alojamiento, la comida, etc., y cambio mis planes sobre la marcha, dependiendo del estado de ánimo, la meteorología, etc.
Si vuelvo a una localización que ya he visitado, algo que hago a menudo, busco algo nuevo, los paisajes nunca parecen los mismos, cambian en cada minuto. Prefiero mucho más la luz suave a la luz dura, pero no descarto nada cuando se trata de luz natural, es algo que me sorprende constantemente.

¿Has encontrado algún paisaje aburrido, algún lugar que no volverías a fotografiar de nuevo?

En el pasado, hice muchos trabajos para el “National Trust” de UK, un organismo privado que se dedica a la preservación de lugares históricos y la naturaleza. Además de numerosos edificios históricos, también poseen muchos terrenos con paisajes, pero no siempre me resultaban inspiradores, tampoco para obtener imágenes, y no los elegiría. Sin embargo, aquellos encargos me enseñaron a explorar y observar de forma más profunda, y aprendí mucho al fotografiarlos.

Recuerdo haber visto imágenes de unos preciosos cuadernos de notas donde incluías notas y dibujos, junto a fragmentos de naturaleza como hojas y cortezas de árboles. ¿Qué es lo que anotas en esos cuadernos? ¿Son solamente diarios o recoges también información útil para otras visitas al lugar?

Realmente disfruto escribiendo esos diarios y poniendo en ellos los fragmentos que encuentro, me ayuda a recordar todo lo que hice y experimenté. Con solo mirar una página me transporta de vuelta a lo que observé, olí o sentí. Es una memoria auxiliar, además de algo muy divertido y, sí, me remito a ellos cuando vuelvo a los mismos lugares. Es una vertiente lúdica de mi trabajo, no es un mero registro de cómo se hicieron las fotografías, sino la adición de fragmentos efímeros y trocitos de la naturaleza que encuentro en el paisaje. Añade otro aspecto al proceso global de comprensión del paisaje.

¿Cómo se ha desarrollado tu fotografía desde los primeros libros publicados en los años 80 hasta el último trabajo en “The Landscape”?

Como dices, publiqué mis anteriores cuatro libros en los 80. Comencé haciendo fotografías en Gales, como antídoto del trabajo comercial, después de realizar la cubierta de un LP para Sally Oldfield. Iba a Gales cada semana libre que tenía entre los encargos comerciales. Para el texto de ese libro contacté con Jan Morris, una conocida escritora de viajes, y estuvo de acuerdo. En realidad fue más bien un intercambio; yo hice fotografías para un libro que estaba escribiendo, y ella escribió para “Wales The First Place”. Con su participación resultó fácil conseguir un editor interesado. Después realicé los siguientes tres libros con el mismo editor – uno cada dos años –. Aunque disfrutaba haciendo las imágenes, el trabajo se convirtió en una tarea abrumadora – casi como un encargo comercial extendido en el tiempo –, lo que no era la idea que pretendía en absoluto. Además, la calidad de la impresión de los libros no era buena en esos años, y quedé decepcionado por los resultados. Prometí no repetir la misma decisión, y en su lugar viajé a la India como un cambio radical, y durante dos años no hice fotografía de paisaje.

Y entonces, después de 20 años sin publicar nada, decides reunir tus fotografías y publicarlas en The Landscape ¿Cómo y cuándo decidiste que esas imágenes estaban listas para contar una historia?

Las fotografías que aparecen en The Landscape fueron realizadas entre 1989 y 2011, y fue alrededor de 2010 cuando sentí que tenía algo fresco que decir sobre el paisaje; por esa época fue cuando contacté con Eddie Ephraums de la editorial Envisage Books. Las imágenes son mis impresiones directas de la topografía del paisaje como conjunto, en oposición a su pertenencia a países concretos. Tiene mucho más que ver con cómo se forman los paisajes y qué rasgos tienen en común lugares situados en localizaciones del planeta totalmente opuestas. De ahí, por ejemplo, la comparación entre los paisajes de Canyonlands en Utah y los de Sahara El Beyda en Egipto.

¿Cómo fue el contacto y la experiencia de trabajar con Eddie Ephraums y cuál fue su contribución al proyecto? ¿Puedes contarnos cuáles fueron las dificultades del proceso de selección y secuenciación de las imágenes del libro?

En una conversación con Joe Cornish sobre mi idea de un libro me sugirió a Eddie, de quien había oído hablar pero al que no conocía personalmente. Nos encontramos alrededor de 2010 y, tras un largo período de gestación, el libro fue publicado en 2014. Comencé a hacer la secuenciación sobre 2012, usando impresiones en miniatura, que cambiaba de orden y dejaba durante días o semanas, esparcidas sobre una mesa larga en mi estudio. Mi esposa Helen Cowcher, pintora y autora, fue mi constante crítica y reorganizadora. Es vital tener a alguien en quien confíes, que sea honesto sobre tu trabajo, y que pueda proporcionar una perspectiva independiente al mirar las fotografías. Dejé fuera multitud de imágenes que quería tener en el libro, pero chocaban con la secuenciación y tuvieron que ser finalmente descartadas. Eddie llevó a cabo el diseño global, y aún estoy extremadamente contento con él – hizo un trabajo excelente –. También eligió para la impresión los prestigiosos talleres EBS (Editoriale Bortolazzi Stei) en Verona, con quienes había trabajado en muchas ocasiones y, a pesar de que hubo pequeñas pegas en algunas impresiones, creo que también realizaron un trabajo muy bueno. Siempre hay que asumir compromisos al imprimir las hojas en impresoras de gran tamaño.

Alguna vez has dicho que las imágenes de este libro tienen más que ver con cómo te sentías en ese momento en un lugar determinado que con el propio lugar ¿Existe alguna forma efectiva de comunicar esas sensaciones a alguien que no ha estado allí, o se trata de un proceso puramente intuitivo?

Todo tiene que ver con el instinto y la respuesta emocional frente a lo que veo. No es algo que pueda articular fácilmente en una explicación, tiendo a creer en mi intuición y generalmente me ha funcionado muy bien. Habitualmente, me lleva un par de días antes de empezar a tomar imágenes donde quiera que esté. Creo que se trata de liberar y borrar mi mente para hacerme más receptivo al nuevo lugar. No lo hago conscientemente, me relajo con ello. No es hasta que me siento completamente unido a mi entorno cuando la captura de la imagen se convierte en una extensión de mí mismo. No hay, por tanto, ninguna estrategia o receta que pueda describir, porque es un proceso único para cada individuo. Encuentra lo que funciona mejor para ti, y cree en ti mismo. Estar atento y mirar asiduamente, encontrar el punto correcto donde situarte – literalmente – es sumamente importante. En ocasiones lo encuentro inmediatamente, otras veces puede llevarme veinte minutos, moviéndome alrededor ligeramente, hasta que todo lo que veo a través de mi visor Linhof se encuentra perfectamente alineado. Entonces pongo el visor en el suelo, exactamente en ese preciso lugar, y monto el centro del trípode sobre él. Pongo mi barbilla en la plataforma del trípode y compruebo la altura de nuevo con el visor. Es una especie de ritual que ya me resulta consustancial, y que puedo realizar muy rápidamente si necesito capturar un momento efímero de luz, por ejemplo. Para mí, ciertamente, no es una cuestión de equipo, aunque me encanta mi cámara. Independientemente de cuál sea el que esté usando, pienso en él como si fuese parte de mí en ese momento.

El libro comienza con tres fotografías que anteceden a cualquier texto, incluso al título. ¿Son quizás una declaración de intenciones sobre el resto de su contenido?

Sí, ciertamente están ahí con esa intención. Son tres imágenes a las que tengo aprecio por diversas razones, y estuve dándole vueltas a cómo incluirlas dentro de las secciones del libro. Y así empecé usando unas cuantas fotografías, como forma de introducción visual, y al final estas tres se mantuvieron en su sitio. Creo que si uno mira las miniaturas al final del libro se entiende lo que quiero decir.

En relación con esas miniaturas de las fotografías que incluyes en la sección final ¿se trata simplemente de un índice visual?

Las miniaturas están ahí no solo para situar los nombres de los lugares y las fechas, sino para mostrar la secuencia de cada capítulo en su conjunto, y la importancia que tienen el flujo y el ritmo dentro de un conjunto de imágenes. Cuando llevé a cabo la secuenciación del libro estuve mirando durante tanto tiempo esas miniaturas, exactamente al mismo tamaño, que me encariñé con ellas; y esa fue la forma más obvia de incluirlas.

Uno de los aspectos que destaca en las fotografías de este libro es su cuidada estructura ¿Podrías contarnos algo sobre cómo abordas la composición de tus imágenes?

La primera imagen del libro (Achill Island, Irlanda) es un buen ejemplo de cómo compongo mis imágenes. En ella se incluye en primer lugar un elemento estructural potente – en este caso el peñón del primer plano –. Es un elemento compositivo que aparece con mucha frecuencia en mi trabajo, de un modo u otro, y creo que ayuda a anclar la imagen entre todo el mar arremolinado. En muchas de mis fotografías ese elemento actúa como un pivote sobre el que gira la imagen y centra el balance general de la composición. Esto ayuda a mantener la composición simple en una imagen compleja, espero que se entienda. Como ya he dicho anteriormente, todo se refiere a la gran importancia de situarse en el punto exacto. Mi estilo compositivo es a menudo algo torpe – esto es – no sigo reglas de composición de forma consciente. Nada de esto lo hago de forma consciente en el momento – es simplemente mi proceso de trabajo. Esa imagen en concreto me resultó muy complicada de realizar ya que tuve que trepar hacia abajo por una zona muy inclinada hasta alcanzar la peña, y entonces tuve que mantener el equilibrio a lo largo de la cresta hasta alcanzar el punto desde donde hice la fotografía. Me senté sobre el borde del acantilado situado detrás de mí en esta imagen intentando asegurarme de que merecería la pena incluir la forma del trípode (debo decir que esa palabra no pasó por mi mente) en el encuadre, y decidí que si podía encontrar el punto adecuado, éste aparecería como un eco distante de la forma triangular del peñón – así que seguí adelante –. Alguna gente ni siquiera repara en él. Más importante para mí fue la roca triangular situada en el mar a la derecha cerca del acantilado al fondo, y si podría resaltar suficientemente para crear una tensión opuesta, empujando en dirección contraria al peñón. De hecho, estuve esperando una ola más grande que rompiese detrás de la roca para hacerla más notoria. Todavía recuerdo aquellas sensaciones.

The Landscape está organizado en capítulos temáticos que reúnen imágenes de diferentes tipos de territorios, desde las orillas costeras hasta formaciones rocosas, desde los desiertos a los bosques. Sin embargo, parece que tienes un interés particular en ciertos tipos de paisaje. ¿Qué tienen todos ellos en común?

Pienso mucho acerca del paisaje, en sentido genérico, y es algo que me gusta realmente. También sueño con él, he visto y capturado las más increíbles imágenes de paisaje mientras estaba dormido. O tal vez estaba despierto, y simplemente me he confundido.
Espero que lo que tengan en común esas imágenes sea el que yo esté en ellas de alguna manera, y el hecho de mostrar cómo se sentiría alguien estando en ese mismo lugar y dejando la mente vagar libremente, incluso entrando dentro de la fotografía, como solía hacer en la biblioteca de mi escuela.

¿Puedes contarnos algo sobre tus próximos proyectos? ¿Podemos esperar algún otro libro sobre paisaje?

Mi próximo libro trata sobre el comportamiento religioso en India. Todas las imágenes están ya seleccionadas. Viajé a India por primera vez en 1984, y he vuelto muchas veces desde entonces, haciendo fotografía en las calles, llenas de gente, y en festivales religiosos. Después de mi primer viaje aprendí que mi equipo 4×5 no era el más adecuado; a pesar de todo una de esas imágenes la he incluido en el libro. Las escenas que me interesaban eran tan efímeras que me resultaba imposible usar mi cámara habitual. Compré una Leica M6 y una Fuji 6×9, y anduve obsesionado durante quince años haciendo fotos en la India.
No tengo planes actualmente de hacer otro libro de fotografía de paisaje, pero quién sabe. La publicación de tiradas pequeñas se ha hecho muy accesible hoy día, y cualquier cosa es posible.

Flashes

  • Un lugar al que volver mil veces. Escocia es difícil de superar.
  • Un  fotógrafo que te emociona. Demasiados para mencionarlos pero – Minor White y Frederic Sommer estarían arriba en la lista.
  • Una combinación favorita de cámara y lente. – La correcta para cada imagen. La que más he usado Ebony 4x5 / 120 mm.
  • Un libro inspirador. Far Away and Long Ago”, de W. H. Hudson. El autor nació en Argentina – se puede adquirir en castellano – en este libro se encuentra todo lo que se necesita saber sobre cómo crece un chaval en contacto con la naturaleza.
  • Un disco. Demasiados para enumerarlos – cualquier cosa de Taj Mahal o Jan Gabarak.